Lo primero: Comprender lo que nos pasa
Cuando percibimos una amenaza presente o futura nuestro cuerpo prepara para enfrentarla, experimentamos sensaciones corporales como la aceleración de nuestra respiración y la intensificación de los latinos de nuestro corazón. Se tensan nuestros músculos, nos puede doler la cabeza o percibimos una sensación extraña en nuestro estómago. Cuando estas sensaciones se prolongan por mucho tiempo y parecen no desaparecer por si sola, comenzamos a experimentar una preocupación excesiva por esta situación, solemos perder calidad en nuestro sueño y se comienza a deteriorar nuestra capacidad para trabajar o estudiar, y nuestras relaciones personales. En este momento estamos frente a una posible ansiedad.
La ansiedad es producto de una evaluación que hace nuestra mente de dos cosas esenciales: La amenaza que percibimos inicialmente y los recursos con los que contamos para hacer frente a esa ansiedad. Solemos traer a nuestra mente pensamientos o imágenes persistentes sobre esta amenaza. Suelen presentarse en forma de preguntas (ej. “¿Qué pasará si…?” o ¿Cómo haré para..?, ¿Y si no le gusta…?) y en esencia suelen insinuar un mensaje: “Esta amenaza puede hacerme daño o hacerle daño personas que son importantes para mi” “estoy/estaré en peligro”. Es decir, solemos pensar que somo vulnerables a esta amenaza.
Al tiempo, solemos tener dificultades para reconocer los recursos persónale so sociales con los que contamos para hacer frente a dicha amenaza. Ignoramos o minimizamos nuestras capacidades personales para solucionar los problemas, superar los obstáculos o alcanzar las metas propuestas; evaluamos negativamente nuestras habilidades para comunicarnos o persuadir a los demás, y podemos percibir que nadie tiene la capacidad de ayudarnos, o al menos una buena disposición para hacerlo. Es recurrente que nos sintamos desesperados y nos cueste identificar una solución posible a esta amenaza.
Para poder transitar apropiadamente el estrés y disminuir la ansiedad necesitamos entonces atender estos dos elementos. A continuación, te brindamos algunos consejos claves para esta labor:
Si a pesar de realizar estas sugerencias los síntomas de estrés o ansiedad no desaparecen. Si aún te cuesta trabajar o estudiar como solías hacerlo, puede que sea el momento de hablar con un profesional. La psicoterapia y los medicamentos son los dos tratamientos principales para la ansiedad, y muchas personas se benefician de una combinación de los dos.
Fuente:
National Institute of Mental Health, NIH. (2021, April). I’m So Stressed Out! Fact Sheet (NIH Publication No. 20-MH-8125). https://www.nimh.nih.gov/health/publications/so-stressed-out-fact-sheet#part_6633